miércoles, 15 de febrero de 2017

MÁSIK BOLYGÓ (Otro planeta), de Ferenc Moldoványi




Duro, durísimo documental sobre la situación de millones de niños en todo el planeta a través de algunos ejemplos concretos y reales. La angustia va in crescendo según desfilan las historias (una niña sudamericana vendiendo cigarrillos en mitad de la noche, explicando los malos tratos que recibe cuando no lleva el suficiente dinero a su casa; unos niños africanos que malviven pelando ante las multitudes; unos niños que fabrican ladrillos en Camboya; una niña africana que cuando no se prostituye la violan, contándolo con impavidez mientras fuma un porro; niños rebuscando en los vertederos del sudeste asiático; etc.). Desde luego, la última de la historias es la más terrible, aquella que nos muestra a los niños soldados, con una mirada que no es ni siquiera adulta, pues un adulto es alguien que ha llegado a ese estado pasando sucesivamente por otros estadios vitales. Son niños con la mirada de zombi, carentes de humanidad, acostumbrados a la compañía de su arma, ese objeto que les da el poder de ser dioses, arrebatando y otorgando la vida con su voluntad como azaroso e implacable juez. Es cuando a uno le da la sensación de que la música de fondo y los bellos planos de montañas y estepas que puntean cada nuevo relato están de más, llegando a frivolizar cada transición entre las historias, pues incluso el montaje deja de tener sentido narrativo: no hubiéramos necesitado más que plantar la cámara y dejar que la realidad atrapase el objetivo, salpicándolo con su pestilente hedor.

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