Argumento: en el mismo día una joven recibe
la noticia de que padece un cáncer en la laringe, es despedida de su trabajo y
su novio la ha dejado. Decide alquilar un apartamento (por lo que ella supone
sus dos últimos meses de vida) para no salir de él y comienza a gastar a lo
loco. Entre los objetos que compra hay una guitarra (un anhelo de su infancia
por lo que podemos ver por la visualización de sus sueños). El encargado de
llevarla los portes es un repartidor de raza negra, al cual se lo folla. De vez
en cuando llama a una pizzería a domicilio, y también se calza a la
repartidora. Cuando creíamos que cuando se cansara del polo de chocolate
seguiría lamiendo (esta vez) moqueta nos
sorprende con la compatibilidad de ambos en un trío. Luego ella la abandona por
riñas con su novio, y él también porque su esposa va a tener un bebé. Entonces
se da cuenta de que hace tiempo que debería haber muerto, por lo que acude a la
doctora que la diagnosticó el tumor, quien responde asombrada que es una especie
de milagro. La joven intenta recuperar parte del dinero que malgastó, y lo hace
a base de malvender todo lo que posee, menos (lógicamente, para justificar el
título de la película) su guitarra, con la que termina por tocar en un parque
público por donde (qué casualidad) pasa un grupo de música que la integra para
que toque con ellos. Bochornoso-rayano-con-lo-ridículo, aunque siendo su
realizadora la hija de Robert Redford seguro que pueda triunfar en las
taquillas.
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