Uno de los primeros artículos que leí de
Versión Original fue hace dos años en el número dedicado a la sonrisa. Pablo
Segovia hablaba sobre Mouchette, una
de las joyas que Robert Bresson nos legó. Lo primero que pensé es que era
difícil relacionar a tal personaje con una acción como la de sonreír, ya que
más bien es una figura embargada por la tristeza antes que con la alegría. Pero
inmediatamente me di cuenta de que hablar sobre algo es también hablar sobre su
contrario. Las fuerzas de la Naturaleza siempre tienden a emparentarse con su
contrario porque de la unión de ambas consta la propia existencia: vida y
muerte, placer y dolor, ruido y silencio, masa y vacío… Es una visión netamente
oriental, una idea que Lao-Tsé ya se encargó hace muchos siglos de establecer
en palabras cognoscibles.
Por lo tanto, podemos hablar de “casas” en el
cine sin que éstas aparezcan en el fotograma. Es decir, podemos tratar este
tema como una visión sobre aquellos seres que viven sin un domicilio fijo, sin
un hogar permanente, haciendo su casa de aquellos parajes y lugares por los que
pasan. Nos referimos a todos aquellos vagabundos, cosmopolitas y/o exiliados
que han perdido sus raíces y no han arraigado en ninguna parte, convirtiéndose
en eternos errantes, encontrando su sitio allí donde alguien se convierte en su
amigo.
En Star
Wars la acción se sitúa, como todos sabemos, en el espacio interestelar.
Este escenario es un mero lugar de tránsito, un espacio en el que aparentemente
poco sucede en comparación con la densa trama que se forja en la superficie de
los planetas, donde verdaderamente discurre la acción. Sin embargo, no son
demasiadas las ocasiones en las que vemos a los protagonistas de la saga
desarrollando su vida privada en una casa, en lo que podríamos considerar su
hogar. Y mucho menos en la trilogía original, donde la acción de los personajes
nos suelen trasladar de un lugar a otro a un ritmo que a veces resulta
vertiginoso.
A pesar de lo dicho antes, hay momentos en
los que vemos a los protagonistas en sus casas. De la comparativa entre éstas
podemos deducir aspectos de su personalidad y su situación dentro del
argumento, de dónde vienen y hacia dónde van. El Palacio de Naboo, residencia
de la Reina Amidala, es un suntuoso y majestuoso edificio gubernamental, sede
de una democracia consolidada. Sus pasillos y estancias cubiertas de mármol y
materiales preciosos nos dan una perspectiva, no de quién es, sino de dónde
proviene, de su infancia y de su educación. Cuando Anakin Skywalker sea
encargado en El ataque de los clones de
proteger y custodiar a la senadora Padmé Amidala a su planeta de origen para
ocultarse de aquellos que están intentando eliminarla, asistiremos al regreso
al hogar donde se crió esta bella e inteligente política. El sosiego y la
belleza de ese entorno nos anuncia lo pacífico y la nobleza de sus intenciones
y objetivos, ya que parece ser que no podría ser de otra manera, que su
filosofía debe estar en consonancia con aquello que la ha rodeado durante su
educación.
Es, por lo tanto, que por comparación
presumimos que el futuro de Anakin está determinado por todo lo contrario: lo
agreste y árido del entorno donde nació parece tener un peso tan tremendo en él
que, desde el principio, sospechamos que el final de ese inocente niño tendrá
un terrible final. Las casas en las que los esclavos viven en Tatooine en La amenaza fantasma nos remiten por su
aspecto a cuevas habitadas por cavernícolas, por gente primitiva y sin cultura.
Allí donde se cree que no puede haber un hálito de esperanza surge este niño
con sus portentosos poderes y su predisposición para ayudar a nuestros héroes.
Su entrega y solidaridad no se corresponden con el ambiente que le rodea, por
lo cual su acción cobra un mayor peso dramático.
Del mismo remoto lugar también surge Luke
Skywalker, su hijo perdido. Precisamente por ser el lugar de origen de Anakin/
Darth Vader y por considerar que lo doloroso con su pasado pesará demasiado en
el villano como para no buscar allí a su vástago. El joven Luke crecerá
también, como su progenitor, en un ambiente hostil en cuanto a la climatología
(extrema aridez) y a las amenazas (los piratas tusken, los moradores de las arenas). Pero el drama de Luke no es
comparable al del niño Anakin, ya que este último fue rescatado de su situación
de esclavitud cuando era un niño, y sin embargo el héroe de la trilogía
original permanece encerrado siendo ya un adolescente, esa etapa de la vida en
la que más ardientemente surgen los anhelos de aventura, de escapar de la
rutina y llevar a la práctica aquellos que se ha aprendido. Por ello su hogar,
esa casa con la misma apariencia que aquella en la que vivía Anakin, tiene para
él una apariencia de prisión mayor de la que tenía para su padre cuando era un
niño, ya que aquel soportaba estoicamente su condición de esclavo al no haber
conocido otra situación vital desde que nació. La trágica muerte de sus tíos
Owen y Beru es lo que le catapulta más allá de la granja de humedad en la que
ha estado encerrado, proyectándose su futuro fuera de la pesada atmósfera de
Tatooine de la mano de sus improvisados y nuevos compañeros de aventuras.
Aparte de otras presencias de casas y de
edificios donde se ve el discurrir de la vida, como las que aparecen en
Coruscant (fundamentalmente las estancias donde vive la senadora Amidala, el
despacho del canciller Palpatine o los distintos lugares donde discurre la vida
de los jedi), en Kamino (la
habitación donde vive Jango Fett y su hijo Bobba), en Tatooine (la morada del gangster Jabba the Hutt) o en Vespin (la
base minera de gas donde vive Lando Calrisian), una de las casas que más
relevancia puede tener es la morada final en la que Yoda se refugia en su
exilio. Indigno lugar de retiro para un ser que ha estado en el punto más alto
del que pudiera ser considerado el centro del universo (simbólica y
físicamente: el consejo jedi se reúne
en el extremo de una altísima torre en Coruscant, centro neurálgico de la
galaxia, ocupando Yoda el centro de todas las reuniones), ese hogar construido
con barro se integra perfectamente en el paisaje de Dagobah. El entorno nutre de
materiales para elaborar una vivienda que se funde con aquello que lo rodea,
formando un equilibrio con la naturaleza, donde no hay espacio para los
aditamentos, los ornamentos o la sofisticación: cada elemento cumple un papel
específico dentro de una economía de subsistencia y funcionalidad, expresando
tajantemente el carácter de su propietario (humildad, sobriedad, etc.).
Este tipo de viviendas aparecerán
recurrentemente a lo largo de toda la saga, indicando con su presencia al mismo
tiempo el principio y el fin de algo, el nacimiento y la muerte de distintos
estados. Podríamos mencionar los hogares de los ewoks en la copa de los árboles, dese donde se gesta al final del
Imperio en una batalla épica con visos de fracasar (es abrumadora la diferencia
de tamaño entre los adorables «ositos» y los stormtroopers, así como entre sus respectivas tecnologías). También
en los árboles están las casas de los wookies,
produciéndose en el planeta Kashyyyk una de las más duras
derrotas de la República, anunciándose la inminente victoria del nuevo régimen
dictatorial. Asimismo, las tiendas de los moradores de las arenas (también
conocidos como los piratas tusken)
responden a este mismo modelo de hogares espartanos realizados con elementos
naturales, y su disposición en el argumento de Star Wars tiene una importancia vital: emplazados en Tatooine, son
observadores privilegiados del crecimiento de Luke Skywalker (aquel que
destruirá la primera Estrella de la Muerte con su gesta individual, para
después derrotar al Imperio en su conjunto), así como del nacimiento de su
padre, Anakin, quien en su regreso a su planeta de origen, y llevado de una
rabia incontenible, masacrará uno de estos campamentos, anunciando la inminente
muerte de su persona, renacido en el cuerpo robótico de Darth Vader.
Las viviendas tusken nos permiten, además, adentrarnos
en un territorio muy abundante en el universo de Star Wars, pues su carácter temporal nos lleva a tratar el tema del
nomadismo y el hogar improvisado, recurrente en muchos de sus personajes. En un
espacio galáctico donde las distancias entre planetas es enorme, es lógico que
muchos de los seres que lo habitan tengan que llevar su casa a cuestas, como si
de un caracol se tratase. Ya desde sus primeros fotogramas, Star Wars se nutre de comunidades que se
desplazan con todos sus enseres y posesiones: los pequeños jawas recorren los desiertos de Tatooine dentro de un enorme
transporte que contiene ingentes cantidades de chatarra (un verdadero tesoro
para ellos), los rebeldes se establecen momentáneamente en bases militares de
carácter transicional (como la Base Echo en Hoth), etc. Pero el personaje que
mejor define este carácter ambulante, y al que le dedicamos este artículo por
hacerse merecedor del título de «el eterno errante», es sin duda Han Solo.
Ya desde su mismo
nombre se nos indica una cualidad intrínseca a su persona, sobre todo para los
hispanoparlantes: «solo» hace referencia a su carácter individual, a su
desapego hacia otras personas, a su deseo de ser libre, sin ataduras. Su hogar
es cualquier punto de la galaxia, y lo más parecido a una casa es su nave, la
mítica «el Halcón Milenario», vehículo de contrabando que, como la furgoneta de
cualquier repartidor de mensajería, no dispone de decoración alguna, y la única
distracción a bordo es ese fantástico tablero de ajedrez holográfico. Con la
única compañía de su fiel amigo y socio Chewbacca, recorre el universo en busca
de aventuras y créditos fáciles, sin referentes emocionales o morales que le
lastren en sus oscuros negocios. Es en ese punto en el que entra en contacto
con aquellos que harán que su vida gire 180˚, encontrándose con lo más parecido
a una familia y unos ideales por los que trabajar, abandonando su egoísmo y su
cinismo por la vida.
En dirección
opuesta encontramos a Anakin Skywalker, que será arrancado de su hogar en tatooine
para vagar permanentemente por la galaxia. Desaprovechará su oportunidad de
fundar una familia, condenado a vagar sin rumbo fijo ni hogar al que fijar su
vida. La suya es la maldición de los que no encuentran su sitio, dominados por
la paranoia que transmite el miedo: el terror que le provoca perder aquello que
ama le convertirá en un monstruo por dentro y por fuera, atemorizando a los
habitantes del universo entero con su personaje de Darth Vader. He aquí una de
las más valiosas lecciones de Star Wars:
el odio no lleva a ninguna parte, permaneciendo sus habitantes perdidos en la
oscuridad y la nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario